lunes, 27 de julio de 2009

El Increíble Castillo Vagabundo, El Circo, Becket

HAURU NO UGOKU SHIRO (El Increíble Castillo Vagabundo-2004) de Hayao Miyazaki
THE CIRCUS (El Circo-1928) de Charles Chaplin
BECKET (Becket-1963) de Peter Glenville

Howl es un joven hechicero dueño de una poderosa magia. A más de vencer a hombres demonio y a otros magos, suele seducir a mujeres de lo más peligrosas. Así fue que enamora a dos Brujas de las mayores de su orden. Una de ellas, Soliman, es la mano derecha del Rey. La otra, Calamidad, es el terror de cuanto poblado tuviera del reino. Howl, perdido el entusiasmo inicial de sus conquistas, vive huyendo de ambas. La tarea no es nada sencilla, ya que además de adoptar seudónimos y aspectos varios, debe camuflar y mudar su propia residencia periódicamente. Con patas de ñandú incrustadas a la altura del living, se desplazan por este mundo mágico 1 Castillo y Señor.

Sofie es una menuda e introvertida muchacha que conoce a Howl por puro azar en una feria del pueblo. Al verla Calamidad del brazo de nuestro amigo, le echa a Sofie una maldición tremenda: ¡la convierte en una anciana de noventa años! Sofie aceptando su nueva condición, se termina empleando como señora de la limpieza del castillo.

En un contexto de guerras entre dos reinos (Howl debía prestar servicio en ambos), será Sofie quien estimule una nueva actitud en el Joven, al tiempo que sobrelleve dignamente su penosa maldición.

Howl, Sofie y el Castillo irán deambulando por toda la tierra hasta que Howl decide poner fin a su conducta evasiva, enfrentar a sus dos desengañadas prometidas, y comprometerse definitivamente con una Sofie ya libre de la maldición.

El Circo
Huyendo de un enredo con un ladrón y un policía, y perseguido como siempre por el hambre, vemos a Charlot, entrando a un circo en plena función. El cuadro es memorable: todo el público lagrimeando de la risa ante las desventuras del agente del orden tratando de dar caza a nuestro Amigo. Sin proponérselo el dueño y presentador del Circo había encontrado en Charlot un número central. Aunque no podría contar con el apoyo policial para tal número, le proveerá de una mula y de elementos de tramoyistas con los que Charlot realizaría su número atracción.

Pero el amor…La hija del astuto Presentador aparecerá en escena con los vaivenes propios de una bella adolescente. Poco ha de tardar Chaplin en enamorarse,y menos aún en desencantarse al ver que el amor de la Joven es para un nuevo integrante de la troupe; Rex, el equilibrista. Charlot no intentará ni un momento frustrar el amor de la joven ecuyere, quedándose frustrado su sueño, y volviendo a la soledad y fatiga con que se iniciara esta historia.

Becket
Mediados del siglo XII. Dos grandes amigos, Enrique II de Inglaterra y Thomas Becket -flamante Barón- disipan su juventud correteando por los linderos del reino causando estragos entre resignados sajones y muchachas ambiciosas.

Para sorpresa de propios y extraños, el rey designará a su amigo como Canciller del reino, y rápidamente lo pondrá en cargos para oficiar un acuerdo con la Iglesia en su pugna por sojuzgarla. No había recorrido demasiado camino en esta posición cuando dos hechos sacuden al reino:

1) La muerte del arzobispo de Canterbury
2) La designación del canciller Becket a tales honores.

De poco valdrían los reclamos de la Iglesia. Esta nueva medida dejaba a las claras quien detentaba el poder en el reino, y ante un Papa que no opondría resistencia alguna, los obispos deberán coronar y aceptar a su nuevo par sin objeción. Nunca pensaría Enrique II que su amigo y flamante Primado Becket sería un obstáculo de hierro a sus aspiraciones. Bastó un conflicto menor para que ambas posiciones se vieran encontradas, y de allí los asuntos se precipitarían hasta el pedido de audiencia de Becket ante el Papa Alejandro III, su posterior reclusión en la abadía de San Martin en Francia, y su regreso y asesinato en el atrio de la mismísima Catedral de Canterbury.

Enlace
Pocas cosas tan antiguas como el circo. Metáfora de la vida (algún estadista ha dicho en cierta ocasión: “Dentro del circo, todo”) en donde animales y humanos comparten escenario, muestran sus destrezas y sus torpezas, las que se festejan incluso aún más que las destrezas.

Vencer el tedio es sin dudas verdadero motor de la subsistencia de los circos, de los estados, y de la guerra.

Poco tardó el rey normando en comprender que su vida sin Becket sería, antes que ninguna otra cosa, aburrida. Bien claro tenía que el circo que sostenía las estructuras religiosas –llámese Iglesia y santa Madre Iglesia- era exactamente el mismo que le sostenía a él como rey de una Inglaterra poderosa, engrosada por los méritos de Guillermo I el Conquistador, su notable abuelo.

Para que una victoria no se convierta rápidamente en indeseada, Enrique debería poder maniobrar en espacios reducidos, cambiando, corrompiendo, pero nunca aplastando. Becket era “el Hombre” para tales tareas; solo que Becket, frívolo por naturaleza, tenía sus propias aspiraciones y sus propias postergaciones y dudas. Un humano no es del todo fiable, porque a veces se enamora, o porque a veces tiene compasión, o porque a veces tiene fe. La mudanza de su ser natural genera desconcierto y desconfianza en todos, y en este caso, desolación en su amigo que, estupefacto, coronaría la vida de Becket con su asesinato, dejándolo preparado para su entrada a las mansiones de Dios, pero ahora como Santo de católicos y más tarde, de los anglicanos.

Charlie, por un accidente de la vida, encuentra profesión y amor en las arenas de un circo cualquiera. Pero se le disipan, como si ambas estuvieran hiladas por la fina materia de los sueños. El también era “el Hombre” para el dueño del circo quien tampoco contaba con su renuencia a seguir actuando de persistir el maltrato que éste le propinaba a su bella hija y enamorada de nuestro Amigo.

El no buscó, pero encontró, pero cuando quiso adueñarse de su hallazgo, lo perdió todo. La vida le era desconcertante. El hacía lo único que sabía y podía, pero por las mismas causas que ganaba cien grandes por semana y un amor adolescente, ahora se quedaba solo y sin un cobre. El entorno se le movía constantemente, y falto de todo cinismo, nunca terminaba por acomodarse.

Howl era fuente donde buscaban abrevar sus deseos algunas mujeres muy importantes.
Poderoso entre los de su orden, joven y atractivo, encontraba y desencontraba a su antojo, sin dejarse poseer y sin atesorar nada. Pronto entendió que la vida era algo bastante más complejo e inabordable de lo que su mera capacidad y seducción podría abarcar. Y tuvo que cambiar, y apostó al amor, que le llegó de un modo tan casual que uno sospecha que es el único modo verdadero de enamorarse. Encontró a “su Mujer”, quien le dio un vuelco definitivo a su vida, permitiéndole un barajar y dar de nuevo. Al igual que Becket, su asombrosa adaptación a los constantes cambios de escenario le aseguraban a Howl éxito en casi cuanta cosa emprendiera.

Chaplin en cambio, “todo integridad”, jamás prosperaba por estas mismas razones. Aferrado a si mismo, nunca llegaba a superar la distancia de su brazo extendido.

El final de los tres es interesante.

Howl perderá su magia pero se encontrará a sí mismo a través de Sofie.

Becket se enfrentará al poder y morirá por sus flamantes convicciones religiosas. Será rápidamente canonizado.

Chaplin seguirá vivo, y más solo que antes2. Pero su dignidad incorrompible, equilibrará de algún modo la balanza.

El barro volverá a barro, y al fin de cuentas, hablamos de estos tres personajes, que es un modo de hablar de nosotros mismos.

Patricio Flores

dedicado a mi hijo Ignacio



Notas
1- El mundo mágico es un homenaje a la Londres victoriana del Oliver de Dickens y Carol Reed..
2- En su magnífica “Oda íntima a Buenos Aires”, don Jorge Luis Borges nos dice que los mayores hicieron la ciudad para “ti, desdichado, porque en la tierra hay una sola mujer, y ella no te quiere”.

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